Anoche me acosté y al dormirme, empecé a soñar que estaba despierto. La
habitación era la misma, con su decorado de siempre y esa luz que no se sabe de
dónde viene, pero pone todo en su lugar, yo y la cama, ella no estaba, por eso
supe que dormía aunque presumiblemente
oía sus ronquidos, pero podrían ser los míos, ella dice que ronco, en fin,
estaba desvelado o develado, insomne, en mi cabeza revoloteaban ideas con un
revoloteo de ángeles decapitados y los ectoplasmas iban de un lugar a otro como
criados malcriados, eso debe ser por culpa de Heisemberg y su esotérica
indeterminación cuántica que en su inalcanzable belleza matemática permite a los profanos explicar
“científicamente” cualquier disparate y que si universos múltiples, paralelos o discordantes, hacen de
mi cuarto un cruce de caminos entre diferentes dimensiones y hasta yo paso
delante de mí, con desparpajo, con unos cuantos años menos y un poco más de
pelo y otros muertos, conocidos o desconocidos, vestidos o en pelotas, raros.
Es estar y no, vigilia y ensoñación, algo realmente divertido si al día
siguiente no tuviera que trabajar, pero tengo y estoy cansado y un texto me da
vueltas en la cabeza, zumbón, frágil mariposa alrededor de la lámpara de mis
ideas, primero es un verso “palomas eléctricas en la torre del deseo,
corrosivas, susurrantes palomas” y luego un largo cuento del que solo asomaba
su naricita el comienzo: “Una vez en Erase…” y luego una larguísima novela de
varios tomos, sin comienzo ni final, como la eternidad y la fama, novela
original, impactante, mi Harry Potter personal, como para no tener que trabajar
nunca más y dedicarme a la infinitamente gratificante labor de crear, aunque
sea en interminables e inútiles insomnios y las ideas van y vienen, se
arriesgan en una avalancha y si yo fuera un genio tendría en la mesita de noche un cuaderno y un
“boli” para no dejar escapar nada o mejor un noteboock, pero no, hasta ahí no
llego, mañana, me digo y claro, mañana se me olvida como los sueños, porque es
un sueño y el texto sigue con su majadero descontrol y es como el monito de
Blas Cubas, de una rama a otra, repetitivo, chillón y me veo escribiendo cosas
a veces de un costado a veces del otro, la noche es calurosa, como la selva
propicia para el monito y se me ocurre una imagen que de alguna parte vendrá y
me veo en una veloz diligencia en el lejano oeste, envuelto en una nube de
polvo rojizo y un agobio de distancias con amenazantes ojos emplumados y de ahí
paso a un comienzo, no sé tampoco por qué, pero escribo sin escribir:”Rex nació
en Ohio” pero es arriesgado, no nacer en Ohio, sino escribir sobre él sin
conocerlo, podría informarme, es verdad, pero ya no es lo mismo, perdería
espontaneidad y encanto, escribí Ohio porque me gusta cómo suena o peor, tal vez lo
he leído en otra parte o en una película ¡qué sé yo!, pero no he tardado mucho
en llegar al mar o de estar en él, en alta mar, toda una montaña amenazante de
agua y una ballena blanca buscando su Ahab ¿Pero es que no se me ocurre nada
que no se le haya ocurrido a otro?, aunque, tal vez mi ballena es ese poema o
ese cuento o novela que arroja sus chorros de imágenes en los horizontes de mi
insomnio. A estas alturas todos me han abandonado y se dicen: ¿No debió mejor
seguir escribiendo textos cortos? ¡Pero se han quedado dormidos, qué suerte!
Espero releer esto y dormirme de modo real y poder despertar como dicen que
Aquel manda y disfrutar de los ronquidos de ella y de ella más allá de los
ronquidos y amanecer, asistir a mi trabajo, cansarme hasta más no poder, no pensar
y cuando llegue la noche, acostarme y despertar.
Blog de poesía y aproximaciones. Todo es posible en el territorio del asombro. Balbuceos de criatura encomillada por infinitos desde su soledad compartida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Calavera.
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
-
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
3 comentarios:
Un final muy poético, Andrés. Me ha gustado mucho tu post.
¡Ah, la sombra de la creatividad que no nos deja tranquilos ni durmiendo ni despiertos!
Pero digo yo: divino ensueño, divino insomnio y divina o maldita la idea de tener un blog en la mesilla.
Yo sí que la tengo, pues padezco de insomnio y es en esas horas cuando las ideas se agolpan en mi cabeza como torbellinos. Enciendo la luz, saco mi blog y las anoto. Así, con ese trasiego, consigo dos cosas: la posibilidad de poder utilizar, al día siguiente, algunas de esas ideas y hacer que mi marido cambie de postura en la cama y deje de roncar.
Un abrazo.
Muy interesante y muy bien descrito ese desasosiego que supongo sufren todos los creadores con independencia de la actividad a que se consagren. Confío en que no existen pensamientos inútiles ni totalmente perdidos. Aunque no se anoten (aunque se olviden) dejan su huella, se ocultan, quizá hasta se transforman, pero, si son realmente importantes, siempre reaparecen implicándose en algo de lo que haces. Este texto parece un buen ejemplo.
Un abrazo.
Abel German
Excelente y poética descripción y razonamiento de tu sueño, Andrés. Creo que a todos nos pasa lo mismo. Tengo guardados una veintena de sueños raros que igual que tu pienso si debo hacerlos novelas, cuentos, poemas o dejarlos volar con el viento.
Siempre me he preguntado si soñamos lo que hemos vivido o si soñando nos volvemos locos, revolviéndolo todo o en el sueño está nuestra verdad???
Abrazos efusivos y buena semana.
Publicar un comentario