viernes, 8 de julio de 2016

Habría que morirse.

    Habría que morirse para descifrar los espejos con la inspiración del silencio y deshojar el árbol de las palabras hasta llegar al objeto que las anima y trascenderlas más allá de los horizontes deformados donde los poemas se despojan del lenguaje y manosean a las imágenes sin pudor en una orgía de compases y semejan copias burdas en la estirpe humana que luego les confunde con cualquier otra criatura improbable pero viva en el umbral de las necesidades habría que morirse y golpearse con el truco del túnel y magullado desandar el camino con estupor de resucitado y abrir unas alas ilusas y volar sin miedo sobre la página donde se escribe un relato con final abierto.
                                      

1 comentario:

Abel German dijo...

Acercarse a la lengua con la lucidez de esa experiencia suprema; es ahí donde las palabras y la realidad por fin se encuentran. Gran idea. Gran texto. Un fuerte abrazo.

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