Hoy he visto la vela.
No me sorprendió, lo sospechaba desde siempre, pero nunca la había visto ahí,
detrás de mi frente, chisporroteante,
con una llamita pálida en mengua. La cera formando vistosas figuras, como de ángeles derribados
en una batalla celeste que me incumbe, figuras que algunos presumen interpretar
y así evitar sorpresas, pero eso no me importa, he visto lo que
tenía que ver, la llama está a punto de extinguirse entre los ángeles. Ahora no
sé qué hacer, pues debería, supongo, hacer algo que nunca he hecho. Pero no, sigo mi rutina, con solo un ligero sesgo de
perplejidad.
Blog de poesía y aproximaciones. Todo es posible en el territorio del asombro. Balbuceos de criatura encomillada por infinitos desde su soledad compartida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Calavera.
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
-
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
2 comentarios:
Una sensación ésa muy propia de los que ya tenemos la edad que tenemos.La describes muy bien, de un modo muy hermoso, muy "plástico" y muy sugerente.
Un abrazo.
Abel German
No le hagas caso…mírala de lejos e ignórala. Ella llegará sin avisar…es traicionera. Sigue tu camino hasta que ella se canse de asediarte…quien quita que tu ganes la batalla.
Una bella alegoría…tienes una imaginación sorprendente.
Abrazos Andrés.
Publicar un comentario