jueves, 3 de octubre de 2013

En esa habitación.

                                                                  Imagen descargada de la Red


En esa habitación

hay pruebas que me incriminan

improntas de intención

fosforescencias

donde develo mi desnudez

mi identidad sin máscaras

están mis códigos                                                         

dispersos

sin contraseñas

 

En esa habitación

nunca he estado

es la habitación

 donde moriré

un día

sin enterarme.





4 comentarios:

Belkys Pulido dijo...

A veces uno mira al techo y se pregunta si es real esa mirada diaria, esa vista que no ve. Entonces su poema hace propicia la mirada, quizás todo se explique en que el poeta, el creador, está siempre en un lugar ajeno al que tocan sus pies.

Guillermo Iglesias dijo...

Conmociona la sensación de que se devela un límite secreto. Esa habitación no visitada y ese tránsito desapercibido enfrentan expresivamente, y con maestría, el misterio último.

Excelente, Andrés. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Existe ese momento en el que se tiene esa conciencia. Aunque morimos todos los días, a cada instante, desde que se nace, se tarda mucho en aceptarlo. Tu poema no puede ser más impactante. Y valiente. Impresiona la mirada descarnada, sin adornos, con que te enfrentas (y nos enfrentas) a ese hecho.

Un abrazo.

Abel German

Ceciely dijo...

Esos códigos tú sabes que están ahí…entrelazados a tu columna, en la misma médula. Ahí estás… sin estar. Después de muerto podrás descifrar tu verdadero Yo.
Contundente poema, de una realidad indiscutible. Me encantó!
Abrazos querido amigo.

Calavera.

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