En esa habitación
hay pruebas que me
incriminan
improntas de
intención
fosforescencias
donde develo mi
desnudez
mi identidad sin
máscaras
están mis códigos
dispersos
sin contraseñas
En esa habitación
nunca he estado
es la habitación
donde moriré
un día
sin enterarme.
4 comentarios:
A veces uno mira al techo y se pregunta si es real esa mirada diaria, esa vista que no ve. Entonces su poema hace propicia la mirada, quizás todo se explique en que el poeta, el creador, está siempre en un lugar ajeno al que tocan sus pies.
Conmociona la sensación de que se devela un límite secreto. Esa habitación no visitada y ese tránsito desapercibido enfrentan expresivamente, y con maestría, el misterio último.
Excelente, Andrés. Un abrazo.
Existe ese momento en el que se tiene esa conciencia. Aunque morimos todos los días, a cada instante, desde que se nace, se tarda mucho en aceptarlo. Tu poema no puede ser más impactante. Y valiente. Impresiona la mirada descarnada, sin adornos, con que te enfrentas (y nos enfrentas) a ese hecho.
Un abrazo.
Abel German
Esos códigos tú sabes que están ahí…entrelazados a tu columna, en la misma médula. Ahí estás… sin estar. Después de muerto podrás descifrar tu verdadero Yo.
Contundente poema, de una realidad indiscutible. Me encantó!
Abrazos querido amigo.
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