Usted, yo y los demás, somos
víctimas potenciales de un crimen que pueden cometer ellos, tú o yo. Así de
truculento es el hecho de estar y transcurrir en una trama que se construye a
sí misma en un sinsentido que presume de finalidad. Eso nos impone una
situación compleja que exige un alerta perenne en cuanto a víctimas probables y
a un no menos perpetuo acecho de la conducta y las peripecias ajenas, por si
las circunstancias nos eligen como verdugos. Eso no impide, que coexistamos en un
grado más o menos aceptable de cordialidad e incluso que lleguemos a experimentar
el amor y nos unamos en pequeños equipos de sólidos lazos afectivos para
reforzar la seguridad. La situación engendrada en tales casos es rica en
equívocos, con potencialidad suficiente como para derivar en el escenario
óptimo que produzca el crimen en el contexto de una coartada doméstica.
Este guion brota espontáneamente como consecuencia de los acontecimientos y
sus infinitas conexiones internas y externas, en las que causas y efectos
intercambian identidad de un modo aleatorio y nos sorprenden. Todos
escenificamos una y otra vez esta tragicomedia fatua en el explosivo escenario
del cosmos a la pálida luz de miríadas de fantasmas y el ritmo inefable de un
piano sordo que opaca la voz del apuntador.
Blog de poesía y aproximaciones. Todo es posible en el territorio del asombro. Balbuceos de criatura encomillada por infinitos desde su soledad compartida.
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Calavera.
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
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Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
3 comentarios:
En ese juego de espejos móviles, tan lúcidamente intuido, Andrés, no tenemos derecho a lamentar ser los verdugos, ni podemos jactarnos de ser las víctimas
Debe haber algo inamovible, quizá un eco de las voz del apuntador resuene en tu propio texto.
Un fuerte abrazo.
Describes muy bien, de forma muy sinóptica y breve, la realidad en que vivimos. En que, de un modo u otro, han vivido todos los que han sido. Porque ése, al menos hasta ahora, es el juego. Un texto muy lúcido, Andrés.
Un abrazo.
Abel German
En la trágicomedia vivimos siendo esclavos o verdugos, sin darnos cuentas hacemos roles diversos y no hay quien nos despierte del mundano circo.
"Ya llegaron los payasos con sus caretas rientes
Ya llegaron los payasos con sus caretas lloronas
y yo sigo girando entre jirones humanos
y también vendo ilusiones en el circo" de mi Kempis.
Un texto que sacude y nos desnuda. Excelente!!!
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