Esperarás
a que transcurra, se dijo. No sabía bien qué, pero lo dejaba en manos del fluir
inevitable y sabía que el polvo antes fue roca y ahora vuela, no solo, pero
vuela. Son enseñanzas, gratuitas, así, por el solo hecho de estar y tener los
sentidos abiertos, todos, no solo ver, no solo escuchar, no solo hundirse en
olores agradables o desagradables que coquetean con sabores u otras
excitaciones, todos, también palpar, con pulso, con o sin riesgo, a tono con
toda la gama de instantes cálidos o fríos y las texturas más inquietantes o de
piel o de espanto, muerte o esas cosas que nos hacen erizarnos por el misterio.
Todos los sentidos y más allá de ellos, hundirse en las palabras que concurren
a la imagen, cuando acontece o cuando se recuerda, es importante, pues algo
allí detrás siempre quiere decirnos un mensaje y uno como que no quiere
enterarse, tal vez porque la verdad parece que nos gusta, pero realmente nos
aterra. Puede que uno solo quiera que las cosas giren a nuestro alrededor, como
los insectos alrededor de la luz y que la realidad sea otra, nosotros seamos
los insectos. Puede. Quizá esa es la causa del terror. Esperaré, me dije,
asumiendo. Entonces ella entró, como una palabra con rostro y otras
implicaciones y quería hablarme, pero me había acomodado al silencio, ese
silencio rumoroso del que piensa, pero nada concreto, como si todas las
criaturas de los sueños concurrieran en una gran plaza y quisieran ser
escuchadas por uno, en este caso por mí. Así que hago un ademán como quién
espanta algo e intento sumergirme en el río verbal para liberarme, pero no es
fácil. Huella, ella es huella, profunda, de una herida con cuchillo blando,
como caricia que corrompe y siento ganas de llorar y lloro, llorar es una
excreción de algo más que agua y sales, expulso o lo intento, la frustración
que se asocia a su nombre, esa oquedad a la que se aferra su fantasma como el
pálido fulgor de una estrella que ha muerto. Sigo esperando pero ya no pienso,
seguramente estoy viviendo como un insecto.
Blog de poesía y aproximaciones. Todo es posible en el territorio del asombro. Balbuceos de criatura encomillada por infinitos desde su soledad compartida.
sábado, 13 de diciembre de 2014
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Calavera.
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
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Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
2 comentarios:
Nunca será fácil librarse de los recuerdos que, profundos, habitan no sólo en la memoria, si no en nuestro ser, porque en algún momento se fundieron con nuestra esencia...
Y duelen, entonces, cuando sólo ya son eso: recuerdos...
Un texto profundo y con muchas aristas. Entre otras cosas es una reflexión existencial que seguramente dice algo a cualquiera que lo lea. Un abrazo.
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