Foto realizada por el autor.
Las palabras
implacables
enladrillan
el templo que habito
y me habita
vasto
e incomprensible templo
en el que soy el Dios
y el penitente
de una imprescindible creencia.
Blog de poesía y aproximaciones. Todo es posible en el territorio del asombro. Balbuceos de criatura encomillada por infinitos desde su soledad compartida.
domingo, 21 de abril de 2013
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Calavera.
Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
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Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...
6 comentarios:
Muy bueno tu poema, Andrés, es cierto que somos el Dios y el penitente de nuestras vidas y nuestras palabras... Me gustan mucho los tres últimos versos del poema, porque en ellos está toda la síntesis lírica de él...
"en el que soy el Dios
y el penitente
de una imprescindible creencia."
Un saludo y feliz domingo
Impresionante poema, me encanta tu manera de escribir los poemas.
Este en especial me tocó en un día en que me siento así, Dios y penitente a la vez.
Un beso.
Somos nuestro todo y nuestra nada,nuestro problema y nuestro remedio. Bonita foto.Un saludo
Excelente meditación sobre el significado de la poesía para el poeta. Es todo un desafío que resuelves de un modo perfecto.
Un abrazo.
Abel German
Hola, Andrés:
Somos loe escribientes de nuestra propia historia, no cabe duda.
Un placer volver a leerte.
Un abrazo.
Las palabras son eso, sin duda. En gran medida son (implacables) lo que somos: esa creencia que construimos y, a la vez, nos atrapa. Lo dices muy bien. Un gran poema.
Abrazos.
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