viernes, 31 de diciembre de 2010

Cuaderno de Bitácora, 31 de Diciembre del...

                                                        Imagen de la Red.

    Me veo en un barco abandonado en un muelle extraño, la última noche de un año en que el abandono echó anclas en las turbias aguas de mis dudas. Bamboleo solitario junto a una ciudad que transcurre al otro lado de mis afectos. Pido auxilio y nadie acude. Es grave. Soy un marinero que no sabe nadar, un pez sin agallas, un raro ciudadano del siglo que aún se emociona con la migración de las aves al atardecer y se debate desamparado ante la magia digital. Quizás no sea difícil saber por qué me han abandonado, otra cosa es comprenderlo.
    Hastiado de gritar, intento conciliarme con mi barco, un armatoste oxidado, con la memoria de mil tormentas de proa a popa, desvencijados camarotes, cabos sueltos y atados, quejidos de la arboladura, la bitácora sin brújula y el cuaderno desencuadernado, el silencio señoreando la sala de máquinas. Creía conocer mi barco, pero no o este no lo es. Algo me confunde, no sé si sus dimensiones o la falta de complicidad. Me siento cansado, muy cansado, como recién salido de un temporal. Hace frío, más bien viento frío. Busco refugio en el más confortable de los camarotes, el del capitán, abierto como todos y como todos revuelto y con ratas, despreciables pero vivas, una opción cómplice. Me tapo con harapos y me duermo. Sueño con una ciudad a medianoche, la última medianoche del año. Repican las campanas, pitan los barcos, el cielo se engalana con fuegos de artificio y yo la beso a ella en el muelle y contemplamos un barco oscuro que se mece. "¿Por qué lo habrán abandonado?" Me pregunta y no sé que responderle, la vuelvo a besar, se aprieta contra mí "No quiero ser como ese barco", me susurra, "Yo me preguntaría qué ha sido de los marineros" es lo que le digo, la siento temblar. Ella calla por un instante y luego me dice en un bisbiseo, "Es lo mismo". Me despierto. Ululan los barcos surtos, menos el mio, por la claraboya entra la luz de los fuegos, la ciudad toda es un clamor de advenimiento. Subo a cubierta. Mi barco se mueve, ha soltado las amarras y se aleja del muelle donde una parejita se besa. Imagino que sigo soñando o que estoy muerto. Tal vez no es imaginación. También puede que estuviera muerto y ahora estoy vivo, resucitado por el abandono. El barco navega de nuevo y la ciudad se difumina en una distante decrepitud. No sé nada sobre la tripulación, ignoro quién es el capitán y quién el timonel. Solo sé que entiendo las órdenes y creo saber a donde voy.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Noche pupilas adentro.

                                                        Imagen de Internet.


Noche pupilas adentro
hasta la llamita violeta del corazón
los maderos arden
calor a su alrededor
y un aroma a luz que nos perfuma
mientras aparta las sombras
y nos habla sin voz.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Pleamar de la nostalgia.

                                                                          Imagen de http://es.dreamstime.com/

Las ganas de azul que me trascienden
tienen un compromiso con tus ojos
un salobre frescor de añoranzas
con pasos vulnerables en la arena
donde tus huellas faltan

Olas que van
olas que vienen
un horizonte sin barcos

Y mis huellas borrándose...

jueves, 16 de diciembre de 2010

Rebelión íntima.

                                                                                
                                                          
 Imagen subida de http://es.dreamstime.com/









En mí
perseveran
disturbios de una rebelión blanda
con consignas simples
disfrazadas de versos

Una multitudinaria unidad
enarbolando la vida
en barricadas temporales

Yo
delante
y en el reverso.

martes, 14 de diciembre de 2010

Huele a tus cabellos.

                                                                          Imagen de Google.


Este no es siquiera un buen poema
pero tiene memoria de alas en sus versos
y de los besos memoria
memoria de caricias
amorosos develos
en la memoria de los huesos

Puede que sea un mal poema
un pésimo intento
pero huele a tus cabellos.

sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Dónde ha dejado sus aromas?

                                                         Imagen subida de la Red.



¿Dónde ha dejado sus aromas?
Preguntó cuando supo que había muerto
Algo sube cuando se desciende
Agregó

Y una luz pálida
como de vela al acecho
irrumpió en la falsa llanura de la sábana

No quisiera volver a sus espacios
no me llevo bien con los espejismos
me asfixio antes

Algo húmedo
descendió a través de las arrugas
tiempo ondulado

¿Dónde ha dejado sus aromas?
Preguntó de nuevo
y olfateó lo irreparable.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Poema a él.

Yo nunca le hice un poema a él
ni a Él
ni a otro
creo que no le hice un poema a nadie
o quizá sí
a ella
pero no a ella-ella
sino a la ella-todas
la mujer amable de mis arquetipos
hecha de retazos de mujeres vivas y muertas
de las del roce
o las de la virtualidad
hecha para el consumo del sueño

Pero nunca le hice un poema al Tirano

Mi yo-poeta
fue más inteligente que el otro
que también soy yo
pero con erratas

Bueno
al final le hago este poema
para ignorarlo.

martes, 7 de diciembre de 2010

Anclada a mi barra de tareas.


Desde la primera vez
que te asomaste
al brocal de mis deseos
te anclé a mi barra de tareas

Un modo de tenerte
al alcance de mis dedos
cuando la poesía apremia

Ahora
aunque no estés
es fácil invocarte

Se manifiesta el poema.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Coloca allí un espacio que nos pertenezca.

                                                        Imagen de Google.

Coloca allí
en ese acá del otro lado
un espacio que nos pertenezca
un acto de posesión que nos una

Luego
dímelo
como si yo no lo supiera
con susurros
para que tu voz
corra como agua
y moje mi soledad interior
con todo el tumulto que la honra.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Yo nadaba turbio.

Yo nadaba turbio
en la turbidez del silencio
el espeso silencio de las ausencias
el ríspido silencio de las derrotas cotidianas
el que sigue a los gritos
los gritos contenidos
en la dolorosa censura de la garganta

Yo nadaba turbio
como un pez fantasma
en una alberca sin agua
con anzuelos en el aire

Yo simplemente nadaba
para olvidar.

Calavera.

Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...