domingo, 30 de mayo de 2010

Si no te mata la intemperie.


Despierta al sueño de los espejos rotos

al de la arena que antes fue roca


Despierta alud en los barrancos de humo

lados

esquinas

recovecos

de los deseos reprimidos en la primera hora


Desnúdate a bocados al borde del camino

y espera


Si no te mata la intemperie

alguien vendrá

y te vestirá con un abrazo.

viernes, 28 de mayo de 2010

A veces aunque no lo parece.

Hoy no ha llovido
como yo sé que llueve
pero cayeron unas gotas
sucias
suicidándose a través del polvo

No pudieron con el sol
no fabricaron arco iris
pero me dijeron que algo sucede

A veces
aunque no lo parece
llueve
y hay un revoloteo de paraguas en la memoria

Las dunas florecen.

martes, 25 de mayo de 2010

Mariposas sobre las cenizas.


A veces sobre las cenizas

volaban mariposas


Blancas


Digo a veces

puede que siempre

pero hablo de aquellas cenizas


Es curioso

yo era muy joven

y me consumía en las cenizas por el futuro

y lo vivía como un poema


No sabía que el futuro es un vampiro

que ni siquiera existe


Lo único real eran las mariposas

sobre las cenizas.

Cosas de la noche.




Ya los gatos no maullarán más esta noche. Están agotados de arañar al silencio y disolver tinieblas con las brasas de sus ojos. De cualquier modo sabré, que andarán por ahí olfateando el amor con sigilosa continuidad.

lunes, 24 de mayo de 2010

Tócame.

Un tranvía en los sueños compartidos con inexplicables esperas. Metamorfosis con tonos disipables. Un estío sin nada y con todo. La verdad con su ropaje de vacío, las cigarras agonizando con el pasado en la rotura del polvo. Mis ojos aburriéndose de mí. La noche después o siempre la noche. La luz es un maquillaje de ausencias cuando el tacto se ha apagado. Y tú tan cerca que resultas inalcanzable.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La luna, el poema y yo.


La luna regresa siempre rebotando por los poemas y se sitúa allí, extraña, en esa porción del cielo. La veo falsa, ridícula, como un apéndice estrafalario de la Tierra. Busco todas las luces posibles y me envuelvo en ellas hasta que la luz del astro sea una abstracción. Entonces recupero la luna húmeda que brota de mi lengua y la asesino con voluptuosa alevosía. Luego, hipócrita por instinto, la lloro y sepulto en un pobre poema harto de lugares comunes. Esa luna soy yo. El poema deseo que sea de otro. Algo eterno ha rozado mi mediocridad.

Amanecer isleño (II)


Amanecer isleño (I).


domingo, 9 de mayo de 2010

Cuando llegue al Río.


Cuando llegue al Río no preguntaré por el barquero. Estaré silencioso y mínimo, fingiré ser un sueño, sólo un espíritu turista que curiosea en las promociones del abismo. Buscaré en las cenicientas aguas ese pez que se me fue de las manos un día de la infancia, ese esquivo mordedor con alas de agua. Lo buscaré, al descuido, para no encontrarle, mientras se alejan las siluetas humosas, gimiendo, hacia la otra orilla.

viernes, 7 de mayo de 2010

El sentido de la vida.


Estar en el centro de el Jardín con toda la memoria por hacer, desnudo y con una bondad tan simple que simule las artimañas del mal. Contaminarse de lluvia y luz sin la mácula del Otro y dueño de nada y amo de todo, sentirnos tristes. Iniciarnos en el misterio de los nombres a salvo de otras voces, asombrarnos de la alegría de los machos y las hembras en cópulas interminables, del alboroto de los cachorros sobre la hierba y vagar sin culpas por la soledad pratense apenas sorprendida por los primeros caminos. Ignorar el rostro propio y el valor oculto de la savia de los árboles, no tener disgustos ni gustos de una aurora a otra, sin sentido para ser eterno e ignorante de la duda. Quedarse dormido, esa rara forma de morir, para resucitar, piel a piel, con otra desnudez y una sonrisa, sentir que algo profundo te ilumina, que soles diminutos estallan en tu interior. Emprender un extraño viaje en el agua de sus ojos, no pensar. Correr de la mano con una primitiva hilaridad. Comer el fruto. Descubrir de golpe todo el placer y el dolor del mundo, travesar el horizonte del Este, responsables absolutos de la vida. Cultivar un jardín y prohibir a Dios, comer del Árbol de la Muerte.

Calavera.

Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...