miércoles, 4 de noviembre de 2009

Memorias prescindibles.

Hay una desdicha de trenes y esperas en mi memoria. Un olor a óxido que trasciende y se acomoda en mí prescindiendo de la metamorfosis. Olor petrificado. Andenes nocturnos poblados de cansancio y desaliento. Una extraña fe reptando por los rieles en madrugadas interminables. Un viajar inmóvil por el desespero y sus variantes. Ronquidos, susurros, romances inesperados. Estrellas entrevistas a través de bombillas esporádicas. Cuerpos, muchos cuerpos. Lo inevitable de un viaje a ninguna parte.

1 comentario:

Abel German dijo...

Sí, hay muchas memorias que son prescindibles. O no. Esas esperas, esos trenes de madrugada, esas estrellas entrevistas a través de bombillas esporádicas, podrían olvidarse, pero entonces ese viaje, aunque sea un viaje a ninguna parte, sería más corto. -Como ves, el poema, además de hermoso, hace reflexionar. Una constante de tu poesía que se agradece.

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