miércoles, 19 de mayo de 2010

La luna, el poema y yo.


La luna regresa siempre rebotando por los poemas y se sitúa allí, extraña, en esa porción del cielo. La veo falsa, ridícula, como un apéndice estrafalario de la Tierra. Busco todas las luces posibles y me envuelvo en ellas hasta que la luz del astro sea una abstracción. Entonces recupero la luna húmeda que brota de mi lengua y la asesino con voluptuosa alevosía. Luego, hipócrita por instinto, la lloro y sepulto en un pobre poema harto de lugares comunes. Esa luna soy yo. El poema deseo que sea de otro. Algo eterno ha rozado mi mediocridad.

6 comentarios:

Duna dijo...
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Duna dijo...

Rebotada en las palabras de los poetas
pero intacta y siempre nueva
aparece una luna llena...
Mi mirada vaga serena
bailo un vals en la punta de una estrella
y mi cuerpo de duna
es bañado de luna
cuando llega su pálido rayo
y tu caricia...siempre oportuna...

Un placer llegar a tu sitio y quedarme.
Como Duna me ha encantado...
Besos para ti

Lilyán de la Vega dijo...

Es infinita la luna y todas sus manifestaciones poéticas... es lo más cerca a una diosa sin tiempo, sin alfa, sin fin, sin espacio posible para la omisión. Hasta cuando es luna nueva la pienso... la extraño.

Gracias por seguirla narrando con tus metáforas llenas de luz y de asombro.

Clara Schoenborn dijo...

La verdad Andrés que yo odio la luna en los poemas, pero en este me gustó en alguna parte, ahí fue luna nueva, creo que mejor fue luna llena.Me gustó lo de hipócrita por instinto y aquello de la mediocridad, seguro que sí, de lo contrario estaríamos en algún podio. Pero es la nuestra y por eso la queremos. Un abrazo.

Abel German dijo...

La buena poesía se reconoce por muchas señales, pero sin duda alguna una de ellas (de las principales) es la capacidad de convertir el lugar común literario en un un lugar único. La luna, imagínate. Y, sin embargo, al leerte se tiene la impresión de que hablas de otra luna. De una luna que no conocíamos. Y no la conocíamos.

César Sempere dijo...

Me alegro de haber encontrado este lugar donde se respira poesía.

Un saludo,

Calavera.

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