domingo, 9 de junio de 2013

Atigrada dimensión.

                                                                  Foto descargada de le Red, editada.


Atigrada la dimensión inocua

esconde zarpas en  acecho

cuando la mañana

olvida el naufragio

con estimulantes premoniciones

 

Es una presencia que intuyo

un olor que pervierte el aire

y alarma

en los reflejos

y las sombras

aún sin rugir

sin saltar

 

Me siento

a merced de otros instintos

y nada puedo hacer

salvo quedarme quieto

muy quieto

y esperar.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa sensación de amenaza que en verdad siempre -aún en los momentos más aparetemente seguros- está ahí, no podía ser expresada con más exactitud y hermosura. Eres un maestro en captar esos estados y expresarlos con la precisión y la sutileza de la gran poesía.

Un abrazo.

Abel German

Guillermo Iglesias dijo...

Me encanta, Andrés, esa tensa espectativa del tigre agazapado, esa inminencia de entrega y liberación a un instinto primordial, tan idéntico al origen de la verdadera poesía.
Un abrazo.

Pluma Roja dijo...

Una buena estrategia.

Quedarse quieto.

Saludos cariñosos.

No he podido pasar con la misma asiduidad de antes porque he estado un poco liada con el tiempo. Pero siempre te leo.

Hasta pronto.

Ceciely dijo...

Nadie sabrá cuando el tigre clavará garras en el lomo inocente de la vida…hay diferentes formas de esperarlo…una de ellas es quedarse quieto, a lo mejor la fiera, pasa de largo, sin olfatear el fruto sagrado de la tierra… O, si puedes, rúgele más fuerte, que él se puede espantar. Muy profundo Andrés, me gusta tu forma de decir.
Abrazos cariñosos.

Calavera.

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