domingo, 28 de marzo de 2010

Acaso el poema.


Unas palabras frente al abismo, una simpatía con la gravedad que me hace soñar con la levitación. Estoy oscuro por la luz que me ameniza y es como un suspiro mal labrado en la esperanza. Te adivino ahí, en la mágica dimensión de mis carencias, por eso puedo amarte. El amor es una lengua con augurios, una extraña premonición que perdona los fracasos. Arde esa llama insepulta en las cenizas y el viento vindicado rescata palomas de los vuelos inconclusos. No soy ni seremos, nos transformamos en distancia, en el eco sombrío de una demora, en la espera recóndita de los astros. Nada habrá después de nosotros. No habrá nadie que recuerde, acaso una respuesta para la pregunta que no se ha hecho ni se hará. Nadie sobrevive.

2 comentarios:

Abel German dijo...

Es una curiosa manera de abordar los motivos del poema e, incluso, los del amor y, por supuesto, los del autor que, pese a estar convencido de que "nadie sobrevive", deja esa dubitativa esperanza que es el poema mismo. A fin de cuentas escribes "nadie sobrevive", no "nada sobrevive". El matiz es importante.

Robert Soto Legón dijo...

Este "Acaso..." podría ser una bella canción aunque nada/nadie sobreviva. Evocador y con imágenes sublimes y terribles como la vida, el amor, el desamor, como nosotros...

Calavera.

Casa que atesora la oquedad dejada por el único que la habitó y tuvo en ella la irrepetible cita con el unive...