Mirada con espejismos.

Tienes la mirada
cargada de espejismos
toda una excitante perversión
que te ilumina los ojos
donde Lunas
y caravanas
siembran de improntas
un horizonte de deseos.

 

Paisaje después de la tormenta.

Vi
árboles con una desnudez de fractura
un largo gemido verde
que sensibilizaba
a los alejados relámpagos

Vi
la huella del viento
que descendió de las nubes
para justificar los presagios


Las cruces de cenizas
borradas
y los pájaros sobrevivientes
secándose
en colinas de gajos


El Sol
pálido
haciendo inventario
y sellándolo
con un multicolor arco.
     

El heredero.

Estaba
en el extremo de la penumbra
como una prolongación de lo turbio
o una pupila
dilatada
en un descuido

Allí estuvo siempre
esperándome
a mí
el hijo de la niebla
y el heredero
de la pesadilla
del insomne.
        

Traducido.

Me vi traducido
a un idioma primordial
donde las palabras
eran
un temblor
una luminiscencia virgen
como larvas
todo así
blando
viscoso
y con una voluntad escondida
buscando
una carga semántica
de sombra con fulgor
en las intenciones de la noche.

 

Arde.

Arde
ya es ceniza
humo cansado
por los senderos
de una cálida memoria 
reviven el incendio
los chamuscados pájaros

Mucho viento
dicen
cuando llegó la lluvia
ya era tarde


Arderá
repiten
seguirá ardiendo
es inolvidable.
 

El muelle azul.

Me retiraré hasta un muelle azul
a contemplar los regresos de la transparencia
esa inversión de la niebla en los mediodías del poeta


Ver cómo asoma la luz rompiendo el hilo del horizonte 
y sobrevuela la costa con sus alas de albatros
para luego posarse en los contrastes del agua y la arena
oliendo a distancias sin memoria
como lejanos soles siniestrados

Me retiraré a jugar con las palabras
en esa dimensión lúdica del olvido y la memoria
donde la huella insinúa y el recuerdo estafa


Estaré allí
esperando que todo se apague.
              

Desnudez.

No importan los vestidos
para la desnudez
no es la piel la desnudez
estamos desnudos allá
en ese centro
donde el verso
luce sus huesos

El poeta está desnudo
en el poema
sin pudor
franco
como el fantasmal
fulgor de una estrella.
           

Autoengaño.

Mis versos
son plumas
de las alas
con las que pretendo
sobrevolar la cima
de las certezas

Ellos
vuelan
y me dejan exhausto
arrastrándome
con la ilusión
de haber regresado
ciego
por el deslumbramiento.
   

Deseo poético.

Quiero
detener la inocencia
de las palabras
que revolotean
en el resplandor
del abismo
para observar de cerca
el temblor exquisito
de sus alas.

      

El susurro.

Los pies
sobre
una mínima
geometría coloreada
los versos de la canción
en un goteo
lento
amargo
demasiada provocación
en un tango
o un bolero
no sé
tal vez
solo el susurro
del lado negro
de la emoción
en una noche desahuciada.